Los materiales didácticos y educativos han ido cobrando cada vez mayor importancia en la educación. Algunas personas tienden a usar como sinónimos los términos material educativo y material didáctico.
El material didáctico funciona como un mediador instrumental e incide en la educación desde muy temprana edad. El material didáctico “se utiliza para apoyar el desarrollo de niños y niñas en aspectos relacionados con el pensamiento, el lenguaje oral y escrito, la imaginación, la socialización, el mejor conocimiento de sí mismo y de los demás.”
El material didáctico facilita la enseñanza de un aspecto específico, constituye una ayuda o elemento auxiliar en el proceso del aprendizaje.
La Familia y el Medio Rol de la familia en el proceso educativo
La familia constituye el núcleo central básico en el cual el niño encuentra sus significados más personales, debiendo el sistema educacional apoyar la labor formativa insustituible que ésta realiza. En la familia se establecen los primeros y más importantes vínculos afectivos y, a través de ella, el niño incorporara las pautas y hábitos de su grupo social y cultural, desarrollando los primeros aprendizajes y realizando sus primeras contribuciones como integrante activo.
La educación escolar comparte con la familia la labor educativa, complementando y ampliando las experiencias de desarrollo y aprendizaje, junto con otras instituciones sociales.
Desarrollo del niño.
Características Básicas
Los diversos aspectos del desarrollo del niño abarcan el crecimiento físico, los cambios Psicológicos y emocionales y la adaptación social. Las áreas de desarrollo son:
A.- Área de desarrollo físico
B.- Área de desarrollo social
C.- Área de desarrollo afectiva
A.- Desarrollo Físico
Desde el comienzo los bebés quieren explorar su mundo. Están ansiosos por mover los ojos, la boca y el cuerpo hacia las personas y los objetos que los confortan y les interesan. Realizan destrezas que les permiten no sólo acercarse a los objetos deseados, sino también acercar los objetos deseados a sí mismos. A medida que crecen, sigue siendo intensa la determinación de los niños por dominar el movimiento, el equilibrio y las destrezas motoras finas.
El primer año: El bebé empieza a aprender lo esencial del movimiento voluntario y empieza a dominar las destrezas necesarias para la coordinación mano-boca y para sostener objetos.
La mayoría de los bebés empiezan a:
• Mantener la cabeza erguida durante unos segundos, cuando se los sostiene.
• Mantener la mano cerrada.
• Levantar la cabeza y el pecho cuando están tendidos boca abajo.
• Usar los reflejos de succión, de prensión y de búsqueda.
• Tocar sus propias manos y tirar de ellas, con fascinación.
• Repetir movimientos corporales, disfrutando de ello.
4 a 8 Meses: Los bebés se vuelven rápidamente más fuertes y más ágiles.
La mayoría empieza a:
• Darse vuelta.
• Empujar el cuerpo hacia adelante y levantarlo tomándose del borde de la cuna.
• Alcanzar, agarrar y ponerse objetos en la boca.
8 a 12 Meses: A medida que adquieren más movilidad, se vuelve importante "la seguridad de los niños".
Durante este tiempo la mayoría empieza a:
• Gatear.
• Pasar objetos de una mano a la otra.
• Sentarse sin apoyo.
• Pararse sin ayuda.
• Caminar con ayuda.
• Lanzar objetos.
1 a 2 años: El caminar y el movimiento autónomo se vuelven más fáciles.
La mayoría de los niños pueden:
• Caminar solos.
• Levantar juguetes estando de pie.
• Empujar y atraer objetos.
• Sentarse solo en una silla para niños.
• Subir y bajar escaleras con ayuda.
• Mejora el equilibrio, y la coordinación ojo – mano se vuelve más precisa.
La mayoría de los niños pueden:
• Poner aros en una estaca.
• Dar vuelta dos o tres páginas por vez.
• Garabatear.
• Hacer girar perillas.
• Agarrar y sostener una pelota pequeña; puede usar estos movimientos en combinación con destrezas motoras gruesas para arrojar la pelota.
• Pasar de una mano a la otra un marcador o cualquier herramienta de dibujo o pintura, y hacer trazos.
2 a 3 años: Los niños se sienten más cómodos con el movimiento, aumentando la velocidad y la coordinación.
La mayoría empieza a:
• Correr hacia adelante.
• Saltar en el lugar con los dos pies juntos.
• Pararse en un pie, con ayuda.
• Caminar en puntas de pie.
• Patear una pelota hacia adelante.
• Los niños pueden manipular objetos pequeños con aumento del control.
La mayoría puede:
• Enhebrar cuentas grandes.
• Dar vuelta a páginas una a una.
• Sostener un crayón con el pulgar y los dedos, en lugar de hacerlo con el puño.
• Dibujar un círculo.
• Pintar con movimiento de la muñeca, haciendo puntos y líneas.
• Enrollar, amasar, aplastar y estirar plastilina.
3 a 4 años: Mejoran el movimiento y el equilibrio.
La mayoría de los niños pueden:
• Correr alrededor de obstáculos.
• Hacer equilibrio en un pie.
• Empujar, atraer y manejar juguetes.
• Andar en triciclo.
• Arrojar y atrapar una pelota.
• La precisión de movimiento de los niños mejora significativamente.
La mayoría puede:
• Construir una torre de bloques alta.
• Introducir clavijas en orificios.
• Dibujar cruces y círculos.
• Manipular plastilina para hacer bolas, serpientes, etc.
4 a 5 años: Ahora los niños tienen más confianza, y la mayoría es capaz de:
• Caminar hacia atrás.
• Saltar hacia adelante muchas veces sin caerse.
• Saltar en un pie.
• Subir y bajar escaleras, sin ayuda, alternando uno y otro pie.
• Dar volteretas.
• Los niños desarrollan destrezas que los ayudarán cuando ingresen a la escuela y empiecen a escribir.
La mayoría puede:
• Usar tijeras.
• Cortar sobre una línea continua.
• Copiar cuadrados y cruces.
• Escribir algunas letras mayúsculas.
B.- Desarrollo Social
El estudio del desarrollo social es relativamente reciente y esto ha provocado posturas encontradas en el campo evolutivo, y aunque todos los autores manifiestan su acuerdo en que el niño es un ser social por naturaleza, existe desacuerdo sobre el momento de inicio de la socialización.
Para unos autores desde el momento del nacimiento existe socialización, ya que el niño necesita de los demás para alimentarse y se comunica con ellos mediante el llanto.
Para otros, en cambio, el proceso de socialización es progresivo y no se adquiere hasta edades más avanzadas cuando se tiene conciencia de uno mismo y de los demás.
Para la mayoría de los autores el desarrollo social comienza desde el momento en que el niño nace, ya que el primer contacto social o la primera interacción social que se produce en su vida, es el contacto con su madre.
Los padres serán así el primer agente socializador en la vida del niño. La familia va a ser de gran importancia ya que en la interacción padres-hijos se desarrollan patrones de protección de actitudes y valores personales, con los que el niño generará más adelante las habilidades sociales necesarias que le permitan relacionarse de forma satisfactoria con sus iguales.
Los siguientes socializadores en la vida de un niño serán sus compañeros, amigos o iguales junto con instituciones sociales como la escuela.
Por tanto, la socialización es el resultado de la interacción entre el niño y el grupo social donde vive y adquiere roles, normas y costumbres.
A continuación vamos a describir la evolución del conocimiento y la conducta social de forma cronológica teniendo presente que es una clasificación orientativa.
DE 0 A 3 MESES: Hacia las tres semanas de vida, el bebé imita los gestos de los adultos que le cuidan y es capaz de percibir y reaccionar ante las expresiones emocionales de los demás.
A través de la interacción con su madre el niño establece lo que llamamos vínculo, que es el lazo afectivo que se establece por la proximidad y el cariño del otro.
ENTRE LOS 3 Y 6 MESES: El bebé reconoce a las personas de su entorno y reacciona ante su presencia.
Determinadas personas adquieren para el niño un significado muy importante y es capaz de percibir la sonrisa, el llanto y reaccionar ante ellos. Experimenta angustia de separación, si su madre se ausenta.
DE 6 A 12 MESES: El bebé interpreta y comprende las demandas de los que le rodean e intenta hacerles partícipes de su actividad.
Tiene reacciones en su conducta como vocalizaciones, llanto, abrazos, aceptación o rechazo. Discriminan y adoptan una posición de miedo y cautela ante los extraños.
Al llegar al primer año, el niño es capaz de reconocer se a sí mismo y su carácter comienza a asociarse a claves sociales externas: si el niño está bien va a sonreír y manifestar curiosidad hacia el mundo que le rodea. De esta misma forma va a manifestar abiertamente conductas sociales negativas como la defensa, mediante el llanto, ante personas extrañas.
ENTRE 18 Y 24 MESES: Manifiesta simpatía o antipatía hacia personas concretas. Comienza a interesarse ya por sus propios objetos. Ya es un niño que colabora al vestirse y que comienza a tener hábitos en la mesa y respeta turno de comunicación.
Sin embargo, aún no conocen adecuadamente la norma social o no la comprenden pudiendo dar lugar a rabietas.
Durante el segundo año de vida, el niño descubre y desarrolla un nuevo comportamiento: bromea, asusta y sorprende a sus padres. La sensación de bienestar familiar aumenta y también el miedo a los extraños.
ENTRE 2 Y 3 AÑOS: En este año comienza a encontrarse con los otros niños y a estar con ellos, pero prefieren jugar solos.
En el tercer año reafirman su sentido del yo y su independencia. Saben controlar sus esfínteres, controlan sus enfados y sus llantos y expresan sentimientos como amor, celos, envidia o tristeza.
Las relaciones sociales con los otros niños cambian, ya que, aunque siguen prefiriendo jugar solos, están más abiertos a comunicarse y a compartir sus juguetes.
ENTRE 4 Y 5 AÑOS: El niño se preocupa por los demás, comparte sus cosas y demuestra su cariño. Sus contactos sociales en este periodo no son muy grandes, pero aprende a acomodarse al grupo, coopera y participa en el mismo, aunque no aceptan claramente las normas del grupo.
A PARTIR DE LOS 6 y 7 AÑOS: Coincidiendo con la Educación Primaria, se empiezan a establecer las verdaderas interacciones sociales, a través de las que el niño aprenderá a conocerse a sí mismo y a respetar las normas de grupo y esta será la preparación fundamental para relacionarse con los demás y aprender las habilidades sociales que regirán la vida adulta.
C.- Desarrollo Afectivo
Un correcto desarrollo de la afectividad supone ser consciente de los propios sentimientos, saber expresarlos correctamente, poseer la capacidad de establecer relaciones positivas con los demás y llegar a una aceptación adecuada de sí mismo y de los demás. El desarrollo afectivo adecuado en la infancia es favorecedor del avance en otros aspectos como el desarrollo de la inteligencia y de la voluntad. Si padres, madres y educadores dedican tiempo a desarrollar en sus hijos y alumnado los aspectos relacionados con la afectividad, favorecerán no solo la adaptación y el progreso escolar, sino también la adaptación y el progreso en todas las situaciones a las que se enfrenten en la vida.
¿Qué es la afectividad?
Podemos definir la afectividad como la disposición de nuestro estado de ánimo, influido por los sentimientos y emociones que las personas y los acontecimientos inspiran en nosotros.
Cuando un niño o una niña nacen, viene al mundo con un carácter único, distinto al de cualquier otro u otra, pero carece en absoluto del sentido de la propia identidad. Sin embargo dispone del potencial para construirla. Que esa identidad sea positiva o negativa depende de lo que suceda entre el niño y las personas que lo cuidan, los que están a su alrededor, de sus propias comparaciones de sí mismo con los demás y de la cultura en la que vive.
Incluso aunque esté afectado por una deficiencia, dispone de un potencial para edificar la confianza en sí mismo y una autoimagen positiva.
Un niño que es valorado, reconocido, al que se le ayuda a reconocer y a expresar lo que siente y, a la vez, se le enseña a utilizar la razón para controlar esos sentimientos, será más feliz y se comportará más adecuadamente que un niño que, o bien no expresa lo que siente, o bien se deja llevar de forma incontrolada por sus emociones y deseos.
Cualquier concepción de la naturaleza humana que no tenga en cuenta el poder de las emociones en la regulación de las conductas, pecará de una lamentable miopía.
Todos sabemos por experiencia propia que nuestras acciones y decisiones dependen tanto (a veces más) de nuestros sentimientos como de nuestros pensamientos.
Autoconcepto y autoestima La autoestima es la conclusión final de un proceso de autoevaluación que realiza cada persona, y podría definirse como la satisfacción personal de cada uno consigo mismo.
La autoestima está formada por tres componentes básicos:
El componente cognitivo: lo que pensamos, nuestras ideas y creencias.
El componente afectivo: lo que sentimos.
El componente conductual: lo que hacemos y decimos.
La autoestima que una persona tiene está formada por varias valoraciones diferentes según el ámbito o contexto de que se trate; de esta manera se puede tener una buena autoestima en el ámbito familiar, pero no tenerla tan buena en el ámbito escolar, por ejemplo. Las personas con una buena autoestima se sienten bien y a gusto consigo mismas. Las que, por el contrario, tienen baja autoestima, se sienten a disgusto y proyectan en los demás esa insatisfacción.
El material didáctico funciona como un mediador instrumental e incide en la educación desde muy temprana edad. El material didáctico “se utiliza para apoyar el desarrollo de niños y niñas en aspectos relacionados con el pensamiento, el lenguaje oral y escrito, la imaginación, la socialización, el mejor conocimiento de sí mismo y de los demás.”
El material didáctico facilita la enseñanza de un aspecto específico, constituye una ayuda o elemento auxiliar en el proceso del aprendizaje.
La Familia y el Medio Rol de la familia en el proceso educativo
La familia constituye el núcleo central básico en el cual el niño encuentra sus significados más personales, debiendo el sistema educacional apoyar la labor formativa insustituible que ésta realiza. En la familia se establecen los primeros y más importantes vínculos afectivos y, a través de ella, el niño incorporara las pautas y hábitos de su grupo social y cultural, desarrollando los primeros aprendizajes y realizando sus primeras contribuciones como integrante activo.
La educación escolar comparte con la familia la labor educativa, complementando y ampliando las experiencias de desarrollo y aprendizaje, junto con otras instituciones sociales.
Desarrollo del niño.
Características Básicas
Los diversos aspectos del desarrollo del niño abarcan el crecimiento físico, los cambios Psicológicos y emocionales y la adaptación social. Las áreas de desarrollo son:
A.- Área de desarrollo físico
B.- Área de desarrollo social
C.- Área de desarrollo afectiva
A.- Desarrollo Físico
Desde el comienzo los bebés quieren explorar su mundo. Están ansiosos por mover los ojos, la boca y el cuerpo hacia las personas y los objetos que los confortan y les interesan. Realizan destrezas que les permiten no sólo acercarse a los objetos deseados, sino también acercar los objetos deseados a sí mismos. A medida que crecen, sigue siendo intensa la determinación de los niños por dominar el movimiento, el equilibrio y las destrezas motoras finas.
El primer año: El bebé empieza a aprender lo esencial del movimiento voluntario y empieza a dominar las destrezas necesarias para la coordinación mano-boca y para sostener objetos.
La mayoría de los bebés empiezan a:
• Mantener la cabeza erguida durante unos segundos, cuando se los sostiene.
• Mantener la mano cerrada.
• Levantar la cabeza y el pecho cuando están tendidos boca abajo.
• Usar los reflejos de succión, de prensión y de búsqueda.
• Tocar sus propias manos y tirar de ellas, con fascinación.
• Repetir movimientos corporales, disfrutando de ello.
4 a 8 Meses: Los bebés se vuelven rápidamente más fuertes y más ágiles.
La mayoría empieza a:
• Darse vuelta.
• Empujar el cuerpo hacia adelante y levantarlo tomándose del borde de la cuna.
• Alcanzar, agarrar y ponerse objetos en la boca.
8 a 12 Meses: A medida que adquieren más movilidad, se vuelve importante "la seguridad de los niños".
Durante este tiempo la mayoría empieza a:
• Gatear.
• Pasar objetos de una mano a la otra.
• Sentarse sin apoyo.
• Pararse sin ayuda.
• Caminar con ayuda.
• Lanzar objetos.
1 a 2 años: El caminar y el movimiento autónomo se vuelven más fáciles.
La mayoría de los niños pueden:
• Caminar solos.
• Levantar juguetes estando de pie.
• Empujar y atraer objetos.
• Sentarse solo en una silla para niños.
• Subir y bajar escaleras con ayuda.
• Mejora el equilibrio, y la coordinación ojo – mano se vuelve más precisa.
La mayoría de los niños pueden:
• Poner aros en una estaca.
• Dar vuelta dos o tres páginas por vez.
• Garabatear.
• Hacer girar perillas.
• Agarrar y sostener una pelota pequeña; puede usar estos movimientos en combinación con destrezas motoras gruesas para arrojar la pelota.
• Pasar de una mano a la otra un marcador o cualquier herramienta de dibujo o pintura, y hacer trazos.
2 a 3 años: Los niños se sienten más cómodos con el movimiento, aumentando la velocidad y la coordinación.
La mayoría empieza a:
• Correr hacia adelante.
• Saltar en el lugar con los dos pies juntos.
• Pararse en un pie, con ayuda.
• Caminar en puntas de pie.
• Patear una pelota hacia adelante.
• Los niños pueden manipular objetos pequeños con aumento del control.
La mayoría puede:
• Enhebrar cuentas grandes.
• Dar vuelta a páginas una a una.
• Sostener un crayón con el pulgar y los dedos, en lugar de hacerlo con el puño.
• Dibujar un círculo.
• Pintar con movimiento de la muñeca, haciendo puntos y líneas.
• Enrollar, amasar, aplastar y estirar plastilina.
3 a 4 años: Mejoran el movimiento y el equilibrio.
La mayoría de los niños pueden:
• Correr alrededor de obstáculos.
• Hacer equilibrio en un pie.
• Empujar, atraer y manejar juguetes.
• Andar en triciclo.
• Arrojar y atrapar una pelota.
• La precisión de movimiento de los niños mejora significativamente.
La mayoría puede:
• Construir una torre de bloques alta.
• Introducir clavijas en orificios.
• Dibujar cruces y círculos.
• Manipular plastilina para hacer bolas, serpientes, etc.
4 a 5 años: Ahora los niños tienen más confianza, y la mayoría es capaz de:
• Caminar hacia atrás.
• Saltar hacia adelante muchas veces sin caerse.
• Saltar en un pie.
• Subir y bajar escaleras, sin ayuda, alternando uno y otro pie.
• Dar volteretas.
• Los niños desarrollan destrezas que los ayudarán cuando ingresen a la escuela y empiecen a escribir.
La mayoría puede:
• Usar tijeras.
• Cortar sobre una línea continua.
• Copiar cuadrados y cruces.
• Escribir algunas letras mayúsculas.
B.- Desarrollo Social
El estudio del desarrollo social es relativamente reciente y esto ha provocado posturas encontradas en el campo evolutivo, y aunque todos los autores manifiestan su acuerdo en que el niño es un ser social por naturaleza, existe desacuerdo sobre el momento de inicio de la socialización.
Para unos autores desde el momento del nacimiento existe socialización, ya que el niño necesita de los demás para alimentarse y se comunica con ellos mediante el llanto.
Para otros, en cambio, el proceso de socialización es progresivo y no se adquiere hasta edades más avanzadas cuando se tiene conciencia de uno mismo y de los demás.
Para la mayoría de los autores el desarrollo social comienza desde el momento en que el niño nace, ya que el primer contacto social o la primera interacción social que se produce en su vida, es el contacto con su madre.
Los padres serán así el primer agente socializador en la vida del niño. La familia va a ser de gran importancia ya que en la interacción padres-hijos se desarrollan patrones de protección de actitudes y valores personales, con los que el niño generará más adelante las habilidades sociales necesarias que le permitan relacionarse de forma satisfactoria con sus iguales.
Los siguientes socializadores en la vida de un niño serán sus compañeros, amigos o iguales junto con instituciones sociales como la escuela.
Por tanto, la socialización es el resultado de la interacción entre el niño y el grupo social donde vive y adquiere roles, normas y costumbres.
A continuación vamos a describir la evolución del conocimiento y la conducta social de forma cronológica teniendo presente que es una clasificación orientativa.
DE 0 A 3 MESES: Hacia las tres semanas de vida, el bebé imita los gestos de los adultos que le cuidan y es capaz de percibir y reaccionar ante las expresiones emocionales de los demás.
A través de la interacción con su madre el niño establece lo que llamamos vínculo, que es el lazo afectivo que se establece por la proximidad y el cariño del otro.
ENTRE LOS 3 Y 6 MESES: El bebé reconoce a las personas de su entorno y reacciona ante su presencia.
Determinadas personas adquieren para el niño un significado muy importante y es capaz de percibir la sonrisa, el llanto y reaccionar ante ellos. Experimenta angustia de separación, si su madre se ausenta.
DE 6 A 12 MESES: El bebé interpreta y comprende las demandas de los que le rodean e intenta hacerles partícipes de su actividad.
Tiene reacciones en su conducta como vocalizaciones, llanto, abrazos, aceptación o rechazo. Discriminan y adoptan una posición de miedo y cautela ante los extraños.
Al llegar al primer año, el niño es capaz de reconocer se a sí mismo y su carácter comienza a asociarse a claves sociales externas: si el niño está bien va a sonreír y manifestar curiosidad hacia el mundo que le rodea. De esta misma forma va a manifestar abiertamente conductas sociales negativas como la defensa, mediante el llanto, ante personas extrañas.
ENTRE 18 Y 24 MESES: Manifiesta simpatía o antipatía hacia personas concretas. Comienza a interesarse ya por sus propios objetos. Ya es un niño que colabora al vestirse y que comienza a tener hábitos en la mesa y respeta turno de comunicación.
Sin embargo, aún no conocen adecuadamente la norma social o no la comprenden pudiendo dar lugar a rabietas.
Durante el segundo año de vida, el niño descubre y desarrolla un nuevo comportamiento: bromea, asusta y sorprende a sus padres. La sensación de bienestar familiar aumenta y también el miedo a los extraños.
ENTRE 2 Y 3 AÑOS: En este año comienza a encontrarse con los otros niños y a estar con ellos, pero prefieren jugar solos.
En el tercer año reafirman su sentido del yo y su independencia. Saben controlar sus esfínteres, controlan sus enfados y sus llantos y expresan sentimientos como amor, celos, envidia o tristeza.
Las relaciones sociales con los otros niños cambian, ya que, aunque siguen prefiriendo jugar solos, están más abiertos a comunicarse y a compartir sus juguetes.
ENTRE 4 Y 5 AÑOS: El niño se preocupa por los demás, comparte sus cosas y demuestra su cariño. Sus contactos sociales en este periodo no son muy grandes, pero aprende a acomodarse al grupo, coopera y participa en el mismo, aunque no aceptan claramente las normas del grupo.
A PARTIR DE LOS 6 y 7 AÑOS: Coincidiendo con la Educación Primaria, se empiezan a establecer las verdaderas interacciones sociales, a través de las que el niño aprenderá a conocerse a sí mismo y a respetar las normas de grupo y esta será la preparación fundamental para relacionarse con los demás y aprender las habilidades sociales que regirán la vida adulta.
C.- Desarrollo Afectivo
Un correcto desarrollo de la afectividad supone ser consciente de los propios sentimientos, saber expresarlos correctamente, poseer la capacidad de establecer relaciones positivas con los demás y llegar a una aceptación adecuada de sí mismo y de los demás. El desarrollo afectivo adecuado en la infancia es favorecedor del avance en otros aspectos como el desarrollo de la inteligencia y de la voluntad. Si padres, madres y educadores dedican tiempo a desarrollar en sus hijos y alumnado los aspectos relacionados con la afectividad, favorecerán no solo la adaptación y el progreso escolar, sino también la adaptación y el progreso en todas las situaciones a las que se enfrenten en la vida.
¿Qué es la afectividad?
Podemos definir la afectividad como la disposición de nuestro estado de ánimo, influido por los sentimientos y emociones que las personas y los acontecimientos inspiran en nosotros.
Cuando un niño o una niña nacen, viene al mundo con un carácter único, distinto al de cualquier otro u otra, pero carece en absoluto del sentido de la propia identidad. Sin embargo dispone del potencial para construirla. Que esa identidad sea positiva o negativa depende de lo que suceda entre el niño y las personas que lo cuidan, los que están a su alrededor, de sus propias comparaciones de sí mismo con los demás y de la cultura en la que vive.
Incluso aunque esté afectado por una deficiencia, dispone de un potencial para edificar la confianza en sí mismo y una autoimagen positiva.
Un niño que es valorado, reconocido, al que se le ayuda a reconocer y a expresar lo que siente y, a la vez, se le enseña a utilizar la razón para controlar esos sentimientos, será más feliz y se comportará más adecuadamente que un niño que, o bien no expresa lo que siente, o bien se deja llevar de forma incontrolada por sus emociones y deseos.
Cualquier concepción de la naturaleza humana que no tenga en cuenta el poder de las emociones en la regulación de las conductas, pecará de una lamentable miopía.
Todos sabemos por experiencia propia que nuestras acciones y decisiones dependen tanto (a veces más) de nuestros sentimientos como de nuestros pensamientos.
Autoconcepto y autoestima La autoestima es la conclusión final de un proceso de autoevaluación que realiza cada persona, y podría definirse como la satisfacción personal de cada uno consigo mismo.
La autoestima está formada por tres componentes básicos:
El componente cognitivo: lo que pensamos, nuestras ideas y creencias.
El componente afectivo: lo que sentimos.
El componente conductual: lo que hacemos y decimos.
La autoestima que una persona tiene está formada por varias valoraciones diferentes según el ámbito o contexto de que se trate; de esta manera se puede tener una buena autoestima en el ámbito familiar, pero no tenerla tan buena en el ámbito escolar, por ejemplo. Las personas con una buena autoestima se sienten bien y a gusto consigo mismas. Las que, por el contrario, tienen baja autoestima, se sienten a disgusto y proyectan en los demás esa insatisfacción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario